Tuesday, October 15, 2013

Plantas medicinales EL AJO



La naturaleza parece que se preocupó de nosotros cuando diseminó por el planeta muchísimas variedades de ajo, medicina universal y fácil de conseguir. Además, lo empaquetó de la mejor manera posible: en bulbos que se dividen en «raciones» independientes, de 2 a 50 según la variedad, de modo que uno puede irlas consumiendo a necesidad. Este cómodo principio se mantiene sin importar que se trate de bulbos aislados relativamente pequeños o de racimos gigantescos que contienen decenas o hasta centenares de bulbos. Por lo demás, en algunas partes la gente da preferencia a los tallos, que se parecen a los de la cebolleta.
El nombre científico, latino, del ajo (Allium sativum) refleja ante todo sus cualidades gustativas. La palabra Allium proviene de la antigua voz celta all (urente), y no es difícil adivinar por qué. En cierta ocasión, el hombre dio con una raíz desconocida y, para ver si era comestible, la probó. Sintió que la boca le ardía; el fuerte olor tampoco le resultó muy agradable, pero –que cosa más rara– enseguida le dejó de doler el vientre. Lo cual no fue casual.
La primera descripción de las propiedades medicinales del ajo nos la dejó Dioscórides, médico del siglo I de n.e. Ya en aquel entonces se sabía que el jugo de ajo curaba úlceras que tardaban en cicatrizar e inflamaciones cutáneas; con el ajo trataban la tos y las enfermedades intestinales; también lo recetaban a los anémicos porque aumentaba el apetito.
Desde entonces la medicina popular ha encontrado mil maneras más de utilizar el ajo, que figura en la composición de numerosos ungüentos. Así, en casos de resfríos, asma bronquial y tos ferina hay que frotar el pecho con ajo crudo triturado y mezclado con mantequilla o grasa de puerco. Una papilla semejante, pero hecha con ajo cocido al horno, ablanda los callos dolorosos; también se lo puede hervir con leche (previamente pelado), entonces la papilla va sin mantequilla. Contra los eccemas crónicos, tiñas y verrugas es bueno aplicar un diente de ajo recién cortado; fricciones con jugo de ajo en el cuero cabelludo afirman el pelo.
Los que padecen de hipertensión y aterosclerosis deberían comer 2–3 dientes de ajo todos los días, pues ellos ensanchan los vasos, lo que les ahorraría jaquecas, vértigos e insomnio.
El ajo también es absolutamente indispensable para las personas de ocupaciones sedentarias, en particular para los que se dedican al trabajo intelectual, porque estimula el funcionamiento del cerebro, el corazón y las glándulas sexuales.
A veces, una inhalación de ajo triturado cura la gripe, la angina y los catarros en sus etapas iniciales. El mismo tratamiento vale en casos de problemas más serios, como la tos ferina, la pulmonía, inflamaciones de los oídos y de la mucosa de los ojos. Y ello porque incluso las pequeñas dosis de sustancias volátiles que despide el ajo matan los microbios patógenos, entre ellos, los que provocan infecciones peligrosas como el tifus, la disentería, el cólera, la tuberculosis.
El ajo agregado a la comida alivia las enfermedades gastrointestinales infecciosas, la colitis, la bronquitis y, en general, cualquier proceso inflamatorio. La única contraindicación es cuando uno sufre de inflamaciones de los riñones.
Actualmente se están estudiando las propiedades antitumefacientes del ajo. Los experimentos demuestran que en los animales en cuyos alimentos incluyen ajo, se detiene el desarrollo de tumores malignos. Aún más: los científicos japoneses han inyectado a varios animales células cancerosas tratadas previamente con extracto de ajo, aumentando poco a poco las dosis. Incluso dosis muy considerables no han provocado tumefacción.
Es bueno que Ud. coma ajo todos los días, pero sin exagerar: con 1–2 dientes basta para todo, y también para desinfectar bien la boca. Si le entra acidez quiere decir que se le ha pasado la mano.
No vacile en acostumbrar al ajo a los niños, ya a partir de los 2 ó 3 años de edad. En un principio se puede darle cortecita de pan frotada con ajo.
El ajo contiene muchas vitaminas –B, C y D (no es casual que sea tan eficaz para combatir el escorbuto)– así como también sustancias que regulan la digestión y el funcionamiento del intestino. En algunos países, con aceite de ajo tratan la ictericia.
La medicina popular hace tiempo que conoce un remedio muy eficaz contra la gota, el reumatismo, los cálculos en los riñones y la vejiga: se trituran 5 bulbos de ajo, y se lo deja reposar en 500 g de vodka, a temperatura ambiente durante 8–10 días. Se toma 3 veces al día a razón de media cucharadita.
Adaptado del libro PROPIEDADES
MEDICINALES DE LAS PLANTAS
COMESTIBLES





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